miércoles, 5 de abril de 2017

Suena de fondo ‘A Hard Day´s Night’ de The Beatles. Queda por delante una larga noche. Es sábado y Malasaña se llena de jóvenes (y no tan jóvenes) que acuden a este barrio para olvidar la larga semana que finaliza. El grifo de la barra se decora de algunas gotas de agua congelada. Su color gris metalizado brilla a pesar de que la sala está en penumbra. El local está ornamentado con elementos vintage y una figura de cartón piedra, que resalta por encima los demás adornos y que da nombre a este característico lugar: ella es Lola Loba, afincada en la Calle de la Palma.


Bar Lola Loba. Foto: Daniel Cortés


Loraine, la camarera que se encuentra trabajando en el local, toma un vaso de la parte inferior de la barra y abre el grifo. En ese momento comienza a correr el rubio elixir por el vaso transparente de Duralex. “Entre semana viene gente del barrio o clientes de los que vienen todas las semanas. Suele venir más gente del barrio o conocidos, y alguien que se pierde y entra porque la caña es barata”, afirma Loraine. Lleva dos años en España. Vino a trabajar en la hostelería, su auténtica pasión, en 2015.


“Desde que estoy aquí, tengo el típico señor que no entra a su casa sin tomarse una caña. Los jóvenes vienen a tomarse la caña porque miran el precio. Se la toman porque vale 1 euro y se toman hasta tres. Pero tengo señores mayores que vienen, te piden la caña, le dan dos buches y se van. Y yo lo veo y pienso ‘¿Y para qué viene?’ (risas). Porque siempre me hace lo mismo y nunca se termina la caña” afirma la cubana de cabello rubio platino. La tradición de la caña en España, podemos decir, es incluso milenaria. Un hábito que lucha por sobrevivir entre los más jóvenes.


Loraine tira una caña en Lola Loba. Foto: Daniel Cortés

Cada fin de semana, madrileños y forasteros se lanzan a las calles de Malasaña para desestresarse después de una dura semana de trabajo. A esta zona se la conoce como barrio, pero no lo es. No oficialmente, al menos. La denominación Malasaña se hizo popular en la época de la movida madrileña, en la zona en torno a la calle que lleva el nombre de la heroína del Levantamiento contra los franceses, Manuela Malasaña. Todas las fuentes consultadas coinciden en localizarla dentro del Barrio Universidad, el conocido antiguamente como Barrio de las Maravillas.


Después de consultar varias de ellas, se decide seguir la propuesta de la web de Turismo de Madrid. De esta forma, se establecen los límites de Malasaña entre las calles San Bernardo, Carranza, Fuencarral y Gran Vía, y se consideran solo las aceras de estas vías que dan hacia el interior de la delimitación.


Delimitación de Malasaña-Elaboración propia



“En Madrid la gente toma caña porque gusta mucho salir a tomar cañitas. Tomarse una, tomarse otra, estar un rato y beber cerveza. Lo bueno de la caña es que se mantiene la temperatura, no se te calienta. Una doble sí, con una caña tienes que beber muy lento para que se te caliente” afirma el dueño de Lola Loba. Y es que la llegada de la primavera invita a los madrileños y visitantes a relajarse practicando una de nuestras costumbres más populares. Los 195 locales que finalmente cumplían los requisitos fueron visitados entre los días 28 de marzo y 1 de abril entre las 18 y las 22 horas, intervalo en el que todos los lugareños abarrotan las calles de la capital.



Lola Loba llama la atención por su decoración a la antigua y su esencia de bar de barrio. Sin embargo, no es el único local en el que se puede encontrar la caña a un euro: en la misma calle de la Palma se encuentran también La Vaca Austera y Nightfall, ambos ofrecen la bebida al mismo precio. Otros locales en los que podemos encontrar cerveza barata son la Antigua Huevería (San Vicente Ferrer), el Primer Acto (Santa Bárbara), el Sci Fi Exotic Bar Mongo (Tesoro) y el Tako Away y el Tupperware (ambos en Corredera Alta de San Pablo).


En el otro extremo de la balanza se encuentran los locales donde el precio de la caña se dispara, sobre todo si ofrecen cerveza artesanal, algo tan de moda últimamente. Los bares que ofrecen la bebida a un coste más alto son el Ajenjo Café en Galería de Robles (4,1€), el Boyberry en Desengaño (3,9€) y el Madrid Me Mata en Corredera Alta de San Pablo (3,5€).



“Ahí cerca hay otro bar que se llena muchísimo, pero es muy para gente joven. A veces los jóvenes pasan y dicen ‘mira, Los Beatles’ o cualquier otra cosa que tenga puesta les llama la atención, pero lo que ellos buscan es una discoteca y música y bailar. Aquí no es eso. Aquí es para sentarse, conversar, tomarse unas copas tranquilamente y pasar la noche” afirma Loraine. Su mirada está distraída: busca hierbabuena para preparar el mojito que le acaban de pedir. Malasaña es un crisol de culturas y estilos de vida. Y las cañas no iban a ser menos. Multitud de marcas se pueden encontrar en los distintos establecimientos. Desde las típicas Mahou o Heineken, hasta otras marcas más específicas como Krombacher o Löwenbräu, pasando por las cervezas artesanales de la madrileña Fábrica Maravillas.






Malasaña, hace unos años, era sinónimo de ‘Movida Madrileña’. El barrio destacaba por su identidad marcada por medias de colores, prendas rajadas, estampados de leopardo, cabellos cardados y estilismos rockeros de los más locos. Hoy en día, es el barrio de moda. El dueño de Lola Loba habla sobre cómo ha perdido su personalidad original. “Ha cambiado para mejor en unas cosas y para peor en otras. Para mejor porque está un poco más cuidado. Para peor porque ha perdido un poco su identidad original” asegura el gerente del local.


Cañas en Lola Loba. Foto: Daniel Cortés

Imagínate que tienes tres euros en el bolsillo, un mapa con la mejor información de los bares de Malasaña y muchas ganas de refrescarte la garganta. ¿Cómo vas a disfrutar esta noche?